Así, en años anteriores, he hablado de una Navidad traslúcida, o de Navidad y ausencia o de la Navidad y normalización.
Este año, puede que por precipitación, puede que por mera continuidad, lo cierto es que no he encontrado esa palabra mágica, esa palabra única para la Navidad de hoy, de este año. Así que voy a hablar, simplemente, de una Navidad indefinida (y espero el año que viene disponer de mayor inspiración, porque no puedo emplear la misma palabra dos años diferentes).
Pero a pesar de la indefinición, la magia y la alegría continúan.
Ayer, el día antes de escribir este post, paseaba por Madrid (en realidad buscaba, precisamente, un regalo navideño) y no podía ni quería evitar, el contento, la inspiración, la alegría profunda que sentía al pasear por un Madrid bellamente iluminado y pleno de gente activa, alegre y sonriente, al oír la música y ver las tiendas, al sentir, en fin, la vida, la pura vida que anima a un Madrid engalanado y festivo
En breve sentiré lo mismo, estoy seguro, por las calles de mi Oviedo.
Y vendrán las celebraciones y la reuniones familiares, como ya han venido las felicitaciones y los buenos deseos.
Y vendrán los encuentros con los amigos.
Y los hitos y tradiciones que se repiten un año y otro.
Será indefinida, pero sigue siendo especial, sigue siendo mágica. Sigue siendo Navidad.
Desde la indefinición, pero también desde la alegría sana y profunda, Feliz Navidad.