domingo, diciembre 24, 2023

Navidad indefinida

Cuando, como todos los años, publico este post navideño, esta felicitación, este innecesario recuerdo de que ha llegado la Navidad,  busco un algo diferente, un algo que caracterice la Navidad de ese año y la diferencie en algo de las que le precedieron y de las que vendrán.

Así, en años anteriores, he hablado de una Navidad traslúcida, o de Navidad y ausencia o de la Navidad y normalización.


Este año, puede que por precipitación, puede que por mera continuidad, lo cierto es que no he encontrado esa palabra mágica, esa palabra única para la Navidad de hoy, de este año. Así que voy a hablar, simplemente, de una Navidad indefinida (y espero el año que viene disponer de mayor inspiración, porque no puedo emplear la misma palabra dos años diferentes).


Pero a pesar de la indefinición, la magia y la alegría continúan.


Ayer, el día antes de escribir este post, paseaba por Madrid (en realidad buscaba, precisamente, un regalo navideño) y no podía ni quería evitar, el contento, la inspiración, la alegría profunda que sentía al pasear por un Madrid bellamente iluminado y pleno de gente activa, alegre y sonriente, al oír la música y ver las tiendas, al sentir, en fin, la vida, la pura vida que anima a un Madrid engalanado y festivo


En breve sentiré lo mismo, estoy seguro, por las calles de mi Oviedo.


Y vendrán las celebraciones y la reuniones familiares, como ya han venido las felicitaciones y los buenos deseos.


Y vendrán los encuentros con los amigos.


Y los hitos y tradiciones que se repiten un año y otro.


Será indefinida, pero sigue siendo especial, sigue siendo mágica. Sigue siendo Navidad.


Desde la indefinición, pero también desde la alegría sana y profunda, Feliz Navidad. 

 

miércoles, diciembre 06, 2023

Dieciocho años en internet

Y en estas fechas recuerdo que hace ahora dieciocho años, el 6 de Diciembre de 2005, lancé mi página personal, Mundo Azul, e inicié así mi andadura en Internet, con una escueto mensaje de 'página en construcción' para, dos días después, el 8 de Diciembre de 2005 publicar la primera versión reducida pero completa de ese Mundo Azul.


Durante un cierto tiempo mi presencia en Internet se limitó a esa página, hoy todavía existente, pero bastante poco visible, para ser sinceros. 

El siguiente paso fue añadir mi presencia en blogs, también un poco por experimentar, comenzando por éste, La Vida de Color Azul, hoy en día poco activo, la verdad, seguido un tiempo después por El Cielo del Gavilan, dedicado a literatura y humanidades y, finalmente, al que más tiempo dedico desde hace varios años: Blue Chip dedicado a tecnología y negocios.


También he participado en blog externos, por ejemplo los blogs de Telefónica, aunque esa presencia últimamente se ha reducido bastante y podría desaparecer.


En paralelo también me fui incorporando a las redes sociales que adquirían visibilidad aunque, a nivel práctico, mi actividad se ha concentrado, blogs aparte, en Twitter y sobre todo en LinkedIn, con una actividad adicional moderada pero constante en Facebook e Instagram y en, desde hace tres años, mi Canal YouTube. A cambio, olvidada queda mi presencia en los círculos de Google+ (ya desaparecida hace tiempo) y he dejado realmente de publicar, aunque mantengo cuenta, en Pinterest. 


Paso clave fue en 2011 la adquisición del dominio ignaciogavilan.com alrededor del cual he hecho girar mi página oficial y mis blogs, muy especialmente Blue Chip que se encuentra incrustado en mi página oficial.


Desde entonces sigo, como comenté ya el año pasado, una actividad muy constante, con fuerte actividad en Blue Chip (alrededor de 150 posts al año aunque, sin haber hecho el recuento aún, creo que en este 2023, el número de artículos será más reducido) así como una actividad bastante abundante, aunque ligeramente reducida también este año como el pasado, en Twitter y algo más moderada, pero bastante constante, en InstagramYouTubeFacebook y mi blog El cielo del Gavilán.


Aunque desde hace tiempo mantengo una estructura y actividad bastante uniforme y sin grandes cambios, puedo destacar de 2023 el avance en el proyecto 'The robot notes' iniciado a finales de 2022. Además, este año he lanzado, y estoy a punto de completar, el proyecto 'Los libros y yo' dedicado al mundo del libro y mi relación con ellos y que lancé en Junio de 2023.


Para el año que entra no preveo grandes cambios: seguirá siendo mi punto fuerte el blog Blue Chip y su volcado en LinkedIn. No tengo ningún plan específico adicional, pero de igual forma que proyectos como 'The robot notes' o 'Los libros y yo' surgieron un poco de repente, un poco de forma inopinada, lo mismo puede suceder en 2024 con cualquier idea que me parezca atractiva y decida llevar adelante.

Dentro de un año, lo volvemos a revisar.

sábado, diciembre 24, 2022

Navidad y normalización

Ya está aquí: la Navidad.

Ya está aquí aunque aún, cuando escribo estas líneas, no lo tengo realmente interiorizado.

No, porque escribo esto en un 22 de Diciembre (no en el 24 en que lo publico) y, aunque ya he tenido la oportunidad de oír por la radio el sonsonete de los niños de San Ildefonso no parece haber sido suficiente para meter a mi mente y a mi corazón en el periodo navideño.

No porque, por circunstancias de mi actividad profesional actual, muy 'online', y por alguna desgraciada circunstancia física en forma de lesión que me impide la práctica normal de deporte, paso mucho, demasiado, tiempo en casa y apenas he visto todavía este año, salvo en momentos puntuales, las luces navideñas o el ambiente de compras febriles que acompaña a estas celebraciones.

No, porque aún no he comido ningún turrón ni mazapán, porque aún (que no lea esto nadie que no deba :) ) no he comprado ningún regalo...aunque alguna idea tenga; porque aún no he tomado champagne y porque sólo he estado en una cena, digamos, institucional, pero que no propiamente ni de empresa, ni de Navidad.

Y no porque, en el fondo, cada año se me hace más 'sorprendente' e 'inesperada', si esas palabras pueden aplicarse con justicia a una fechas tan sonoras, tan conocidas, tan anticipadas, tan anunciadas, la "repentina" llegada de la Navidad.

Y, además, este año veo estas navidades como las de la normalización y la estabilización.

Y es que las navidades del año pasado fueron extrañas. Extrañas porque una desafortunada infección por COVID en mi familia cercana nos impidió celebrar en familia la cena de Nochebuena y la comida de Navidad. Y fueron extrañas, sobre todo, muy sobre todo, por la todavía muy reciente ausencia de mi padre.

Este año no concurrirán, espero, circunstancias extrañas y, aunque siempre queda un recuerdo y una tristeza latentes, ya he interiorizado la ausencia y, en cierto sentido, estas navidades serán las de la 'nueva normalidad' familiar.

Pero que nadie piense que normalidad significa apagamiento, aburrimiento o apatía. En este mismo sitio he manifestado, creo que todos los años, lo que me gusta la Navidad, lo que disfruto con sus luces, sus dulces, sus encuentros, sus ceremonias y todo lo que la Navidad tiene de adorno, tradición y alegría. Así que la normalización incluye también, y sobre todo, seguir disfrutando, como todos los años, de todos esos alicientes.

Será una Navidad normalizada, pero será también, eso espero y eso creo, una Navidad, como siempre, alegre y feliz.

Feliz Navidad.


martes, diciembre 06, 2022

Diecisiete años en Internet

Y llega otro nuevo 6 de Diciembre, una fecha muy importante en la historia de España pero que, para mí, y sin desmerecer en nada su significado patrio, supone un pequeño aniversario: el aniversario de mi presencia en Internet que este año alcanza ya la cifra de 17 primaveras o, quizá sería más apropiado decir, diecisiete inviernos.  


Y es que hace diecisiete años, un 6 de Diciembre de 2005, y aprovechando el largo puente que trae consigo la onomástica constitucional, un poco a lo tonto, un poco por experimentar, y un poco por aquello de cómo un ingeniero como yo no iba a estar en Internet, lancé mi página personal, Mundo Azul, e inicié así mi andadura en Internet, con una escueto mensaje de 'página en construcción' para, dos días después, el 8 de Diciembre de 2005 publicar la primera versión reducida pero completa de ese Mundo Azul.


Al principio fue una mezcla de curiosidad y prurito personal, pero la cosa fue evolucionando, aumentando y ganando significado para mi.


Y así, el siguiente paso fue añadir mi presencia en blogs, también un poco por experimentar, comenzando por éste, La Vida de Color Azul seguido un tiempo después por El Cielo del Gavilan, dedicado a literatura y humanidades y, finalmente, al que más tiempo dedico desde hace varios años: Blue Chip dedicado a tecnología y negocios.

 

Y por si mis propios blogs fueran poca cosa, también he participado, aunque esta actividad es últimamente bastante reducida, en otros blogs de medios externos como los entonces A un CLIC de las TIC y Con tu Negocio, hoy reconvertidos y fusionados en Think Big Empresas, el propio Think Big o un breve paso por Invertia. Y, espero, en breve, puede que incluso antes de finalizar 2022, participar en algún otro blog, aunque eso lo anunciaré en su momento.


En paralelo me fui registrando en casi cualquier red social que adquiría cierta visibilidad aunque, a nivel práctico, mi actividad se ha concentrado, blogs aparte, sobre todo en Twitter y en LinkedIn, con una actividad adicional moderada pero constante en Facebook e Instagram y en, desde hace dos años, mi Canal YouTube. 


Paso clave fue en 2011 la adquisición del dominio ignaciogavilan.com alrededor del cual he hecho girar mi página oficial y mis blogs, muy especialmente Blue Chip que se encuentra incrustado en mi página oficial.


Desde entonces sigo, como comenté ya el año pasado, una actividad muy constante, con fuerte actividad en Blue Chip (alrededor de 150 posts al año aunque en los últimos meses con un poco más de irregularidad de la que quisiese), bastante abundante, aunque ligeramente reducida este año, en Twitter y algo más moderada, pero bastante constante, en InstagramYouTubeFacebook y mi blog El cielo del Gavilán.


Aunque desde hace tiempo mantengo una estructura y actividad bastante uniforme y sin grandes cambios, puedo destacar de 2022 que, en mi página oficial, he creado un nuevo menú para recoger vídeos que incluyen mi actividad como speaker, y series de vídeos, alguna todavía en marcha, como las 20 píldoras robóticas basadas en el contenido de mi último libro 'Robots en la sombra', o el ambicioso y todavía joven proyecto 'The robot notes'.


Más recientemente, aún está 'calentito' de hecho, he actualizado la sección de servicios de mi página oficial para adaptarlo más a mi oferta profesional actual y alinearla también con la que describo en mi página de marca, Reingeniería Digital.

  

Para el año que entra no preveo grandes cambios: seguirá siendo mi punto fuerte el blog Blue Chip y su volcado en LinkedIn. Probablemente en las próximas semanas abra una nueva sección en mi página oficial para recoger algún audio, programa de radio y podcast. Como he dicho, puede que colabore con algún medio o blog más. No creo que abandone Twitter ni migre a Mastodon, como en las últimas semanas hay quien ha animado a hacer, salvo debacle de Twitter. Y sigo dándole vueltas al posible interés de lanzar algo en Tik Tok y/o Twitch... aunque la verdad es que no acabo de estar convencido.


De todas formas, aunque tengo planes en mi cabeza, lo cierto es que la evolución la voy marcando un poco sobre la marcha según lo que me apetece o creo que me conviene hacer... y lo que me da tiempo, claro. Eso sí, salvo catástrofe o deceso, aquí seguiré y espero, dentro de doce meses, estar celebrando la 'mayoría de edad' de mi presencia en Internet.


viernes, diciembre 24, 2021

Navidad y ausencia

Y hoy, día 24 de Diciembre, Nochebuena, empiezan realmente las fiestas de Navidad aunque, a nivel un poca simbólico, o lúdico, o práctico, no sé, se suele considerar el Sorteo de Navidad como el pistoletazo de salida.


Cada Navidad tiene sus propios matices, su propia personalidad. Quizá no tanto por la navidad en sí misma, sino por nuestra propia historia y circunstancias.


Y en estas Navidades de 2021, para mí, para mi entorno más cercano, estas Navidades vendrán marcadas por la ausencia, por una ausencia muy concreta, por la ausencia de uno de sus protagonistas más señalados durante décadas: mi padre.


Recuerdo que mi abuela, que en paz descanse, todas las Navidades decía que esas eran las últimas que pasaba con nosotros. Lo dijo muchos años y muchos años no fue cierto. Pero, como es ley de vida, evidentemente, un año acertó.


Mi padre no lo dijo nunca. Puede que nunca lo sintiera como inminente, o puede que, simplemente, no lo quisiese decir. Lo cierto es que las Navidades de 2020 fueron sus últimas Navidades con nosotros. Y éstas, las de 2021, las primeras en que sentiremos su ausencia. Una ausencia profunda e irreparable.


No será la única. La dichosa pandemia obligará a ausencias menores. Ha obligado ya a cancelar alguna cena. Obligará a reducir las reuniones y quizá algún amigo o familiar se quede sin ser saludado o felicitado.


Puede que incluso, y aunque esto sea menor y en este momento no confirmado, me obligue por segundo año a no poder disfrutar de las calles iluminadas de Madrid en esa deliciosa carrera que es la San Silvestre Vallecana.


Una Navidad marcada por las ausencias y, sobre todo, por la ausencia, la gran ausencia.


Pero siempre he amado la Navidad. Siempre me ha parecido una fiesta especial, bonita, inspiradora.


Y eso no va a cambiar este año y espero que ninguno hasta el día en que tenga que ser yo quien diga (o se calle) que éstas son las últimas.


Pienso ser feliz. Pienso reír con familiares y amigos. Pienso poner villancicos por horteras que puedan ser. Pienso comer todos los turrones que me quepan y beber buen vino. Pienso correr por las calles de Madrid. Si no es Serrano, será la Casa de Campo. Pienso tomar las uvas con la imagen de la Puerta del Sol y, supongo, de Anne Igartiburu. Pienso soplar algún matasuegras. Pienso asistir, si nos dejan, a la cabalgata y pienso dejar los zapatos en el salón el día 5 para descubrir qué hay en la mañana del día 6.


Y a veces, en el silencio, me acordaré de lo más importante y recordaré, intentando no entristecerme, a los ausentes.


Pienso ser feliz, y eso te deseo también a ti, estimado lector. Sé feliz.


Feliz Navidad.


jueves, diciembre 09, 2021

Dieciséis años en Internet

Este año, por motivos personales, he llegado ligeramente tarde a la cita... pero aquí estoy. Y aquí estoy para conmemorar que llevo ya 16 años con presencia en Internet, una presencia que, como casi deberían saberse de memoria mis seguidores más estrechos, comenzó un 6 de Diciembre de 2005 con una escueto mensaje de 'página en construcción' para, dos días después, el 8 de Diciembre de 2005 publicar la primera versión reducida pero completa de Mundo Azul.

El siguiente paso fue añadir mi presencia en blogs, comenzando por éste, La Vida de Color Azul seguido un tiempo después por El Cielo del Gavilan, dedicado a literatura y humanidades y, finalmente, al que más tiempo dedico desde hace varios años: Blue Chip dedicado a tecnología y negocios.

 

También he participado, aunque esta actividad es últimamente bastante reducida, en otros blogs de medios externos como los entonces A un CLIC de las TIC y Con tu Negocio, hoy reconvertidos y fusionados en Think Big Empresas, el propio Think Big o un breve paso por Invertia. 


En paralelo me fui registrando en casi cualquier red social que adquiría cierta visibilidad aunque, a nivel práctico, mi actividad se ha concentrado, blogs aparte, sobre todo en Twitter y en LinkedIn, con una actividad adicional moderada pero constante en Facebook e Instagram y en, desde hace dos años, un remozado Canal YouTube. 


Paso clave fue en 2011 la adquisición del dominio ignaciogavilan.com alrededor del cual he hecho girar mi página oficial y mis blogs, muy especialmente Blue Chip que se encuentra incrustado en mi página oficial.


Desde entonces sigo una actividad muy uniforme, con fuerte actividad en Blue Chip (alrededor de 150 posts al año hasta alcanzar hace unas semanas los 2000 artículos), bastante abundante en Twitter y algo más moderada, pero bastante constante, en Instagram, YouTube, Facebook y mi blog El cielo del Gavilán.


Para el año que entra no preveo grandes cambios: seguirá siendo mi punto fuerte el blog Blue Chip y su volcado en LinkedIn,  aunque veo que uso cada vez más Instagram y probablemente siga así, y probablemente experimente, aunque seguramente como eso, como un experimento, con Tik Tok y Twitch.


En cualquier caso, ya iré avisando, por los canales habituales de las eventuales novedades y, claro está, dentro de un año espero estar hablando ya de los diecisiete años en Internet. 


domingo, noviembre 07, 2021

El homenaje que no ocurrió

Mi padre

En el momento en que se publica este post hace casi exactamente una semana que falleció mi padre, José B. González Ortega, hecho acaecido el 31 de octubre de 2021, en Oviedo, a una hora que debió rondar las 11:45 de la mañana.


Y la misa funeral y el entierro tuvieron lugar el día 2 de Noviembre de 2021, en la Iglesia parroquial de San Salvador de Llanera y en el Cementerio de Cayés, respectivamente.


La muerte de un ser querido, especialmente un padre, es un hecho que, aunque con frecuencia, y también en este caso, es más o menos previsible, no deja de tomarte un poco por sorpresa y no es fácil de creer o asimilar del todo hasta mucho tiempo después, cuando la ausencia no sólo se sustancia, sino que se prolonga.


Al dolor y la sorpresa se une, además, una cierta confusión, una cierta vorágine que deriva del aspecto sin duda social de este tipo de eventos. la recepción, saludo y conversación con decenas y decenas de personas, unas muy próximas, otras no tanto, y muchas de las cuales hace mucho tiempo que no veías o, en algunos casos, que ni siquiera conoces o reconoces. Y a esto se una alguna  que otra obligación burocrática o logística.


Y fue un poco en ese contexto de vorágine y confusión que el homenaje que ocupa este post se perdió, se diluyó en la inexistencia. Simplemente, no ocurrió.


¿En qué consistía?


En el fondo algo muy simple. A apenas dos o tres horas antes de que tuviera lugar el funeral alguien muy próximo me preguntó si habíamos previsto hacer alguna despedida en nombre de la familia al final de la misa para agradecer la presencia de los asistentes. La verdad es que no lo sabía y yo no lo había pensado. Llamé a la persona de la familia que había organizado el asunto del funeral y me confirmó que no, que el plan era que el sacerdote dijera unas breves palabras al final en nombre de la familia. No me quedé muy a gusto, me daba un poco de pena no hacer algo más  y, por si acaso, sólo por si acaso se reconsideraba la idea, me medio preparé, de forma rápida y precipitada, garabateando aceleradamente en una hoja de papel doblado, el esquema de un pequeño discurso, un muy breve discurso que unía el agradecimiento a los asistentes con un breve homenaje a mi padre.


Al final, no se reconsideró la idea ni yo tuve la presencia de ánimo para insistir en ello, así que el discurso nunca se pronunció y el sencillo y breve homenaje que había pensado, simplemente, no ocurrió.


Pero me quedé un poco apenado y mal a gusto. Con razón o sin ella, lo cierto es que me gustaba lo que había pensado. Cuando conducía mi coche de vuelta camino de mi hogar pensé que, antes de que se perdiera, quería pasar a limpio, típicamente a un fichero Word, aquel breve texto, esbozado apenas a bolígrafo y con muy mala letra sobre un papel arrugado. Pensé escribirlo y pasarlo a limpio, sólo para mi propio uso y memoria.


El borrador del discurso

Pero hoy se me ha ocurrido que quizá, sólo quizá, era mejor dejarlo escrito y publicado en este mi blog más personal. En el fondo no hay tanta diferencia entre esto y guardarlo para mí. Sé que este blog recibe muy pocas visitas y nos es previsible que lo lea mucha gente.


Y eso es lo que voy a hacer en este post tras esta introducción y puesta en contexto. Si alguien llega a leerlo, recuerde que estaba concebido como un discurso breve (digamos que pensado para dos o tres minutos, como mucho cinco), pronunciado al final de una misa funeral realizada en Posada de Llanera y con la presencia de muchos familiares y amigos.


Sea como fuere, ahí va el pequeño discurso, y sobre todo el pequeño homenaje, tal y como lo pensé y garabateé un un folio arrugado.


***************** EL TEXTO DEL HOMENAJE ***************** 


Antes de finalizar, permitidme unas breves palabras en nombre de su mujer e hijos. Unas palabras de agradecimiento y homenaje.


En primer lugar, agradecimiento a todos los que os habéis acercado hasta aquí para dar el último adiós a mi padre. Agradecimiento a los que se han acercado durante estos dos últimos días al tanatorio para transmitirnos sus condolencias. Agradecimiento, también, a aquellos que nos consta que hubieran querido estar aquí pero no les ha sido posible. Y agradecimiento, en fin, a todos los que le acompañasteis y le distéis vuestro cariño y apoyo a lo largo de su vida, algo que, en el fondo, es lo más importante.


Y también unas palabras de homenaje.


Despedimos hoy a alguien que era padre, esposo, abuelo, tío o amigo. Despedimos a quien para algunos de nosotros era 'Papi', para mi madre 'Chini' o 'Gordo' y para otros de vosotros 'Pepe', 'Pepe de la Vega' o 'Pepone'.


Despedimos a un hombre, mi padre, que, aunque los que le conocisteis en edad ya madura a lo mejor no lo sabíais, tuvo que hacer frente a circunstancias muy duras en su juventud, teniendo que abandonar su tierra natal, Cuba, y emigrar a España sin más recursos que la compañía y ayuda de su mujer, mi madre, y con dos hijos, Clarita y Gustavo, y un tercero en camino, Javier. 


Y que tuvo que reconstruir desde la nada una nueva vida, comenzando desde muy cerca de aquí, desde los verdes prados de Cayés, desde La Vega, y con la incondicional ayuda de algunos de vosotros y de otros que ya se fueron.


Despedimos a un hombre, mi padre, de conversación fácil, rica, sustanciosa.


Despedimos a un hombre, mi padre, muy inteligente pero también muy amable.


Despedimos a un hombre, mi padre, enormemente recto, y sin embargo comprensivo y cariñoso.


Despedimos a un hombre que era, parafraseando al poeta, en el más cabal sentido de la palabra, bueno.


Nada más que el recuerdo puede llenar ahora el vacío de la despedida. 


Pero despedimos también a un hombre profunda y sinceramente creyente. Y es su propia fuerza, su propia fe, la que hoy nos hace confiar que en este momento nos observa ya desde ese lugar en que él tanto creía y en el que, sin ninguna duda, se merece tanto estar.


Muchas gracias.


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