Salgo de la oficina.
Salgo, pero algo de mí todavía esta dentro de esa oficina o, quizá, es algo de la oficina lo que todavía está dentro de mi. Pensamientos parásitos sobre tareas pendientes, agobios, y algún que otro sinsabor...
Camino... hasta que algo interrumpe ese rumiar cautivo
Levanto la vista... Ahí están las luces...
Guirnaldas sobre los árboles, renos, muñecos de nieve... y el majestuoso cono azul rematado por una estrella...
Es hermoso.
Me detengo un poco. Esponjo los pulmones con el frío aire de la noche de invierno.
... Y sonrío...
Y pienso: ya está aquí. Como todos los años. Cargada de recuerdos felices y expectativas de risas, abrazos y mazapán.
Pero el retorno también me hace pensar en quienes se han ido, quienes ya no verán más estas luces. Quienes tanto significaron y ahora sólo son un recuerdo, un nostálgico rastro de vacío.
Y pienso que algún día, quizá no lejano, también yo veré estas luces por última vez y es como una sombre que oscurece la escena.
Me rehago.
Ese día aún no ha llegado.
Y cuando llegue, habrá otros afanes, habrá otras luces.
Porque, lo que verdaderamente ha vuelto no son las luces.
Lo que ha vuelto es la Navidad.
Para todos.
Para todos.
Para los que se fueron...
...para los que se irán...
para los que permanecen...
Feliz Navidad.
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