domingo, octubre 22, 2006

Amistad y dolor

Hace pocos días me ha tocado compartir un profundo dolor con un gran amigo. No seré más explícito por respeto a la intimidad ajena e, incluso, a la propia, y sólo los muy allegados sabrán de qué estoy hablando exactamente.

Es una de esas ocasiones en que nunca sabes bien cómo comportarte y en que no te gusta estar...pero que, tarde o temprano, llegan.

No voy a caer en el tópico de afirmar que es en estas ocasiones en las que se basa una verdadera amistad. Creo que eso es sólo una parte de la verdad. Una amistad, como cualquier relación humana, se desarrolla con multitud de acontecimientos, tanto alegres como tristes, tanto importantes como triviales: todo cuenta. Supongo que es aplicable el modelo, relacionado con la inteligencia emocional, que me contaron en algún curso de habilidades directivas: el modelo de la cuenta emocional. Una cuenta en la que, cuando nos comportamos conforme a lo que el otro espera o desea, estas realizando un ingreso y, por el contrario, las desavenencias, incomprensiones, u olvidos, suponen reintegros y disminución del saldo emocional. Para que la cosa funcione, hay que mantener un buen saldo. Me parece una buena metáfora...

Hace poco, he tenido la ocasión de compartir con un amigo un gran dolor. Y debo decir que, a pesar de lo triste de la situación, a pesar de algún momento especialmente difícil, siento que hemos estado dónde, cuándo y cómo debíamos estar...y no deja de ser una satisfacción, a pesar de todo.

Hoy he recibido un extracto de mi banco emocional. Me dice que la cuenta que tengo con este amigo, presenta un saldo muy positivo...

Mundo Azul

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