Es la noticia de la semana: Barack Obama, el carismático Obama, el candidato que, seguramente, mejor encarnaba la esperanza de un cambio y de un futuro, ha sido elegido presidente de los Estados Unidos. Y ha caído derrotado John McCain, un candidato probablemente con más experiencia, pero también más gris.
No he podido seguir mucho la campaña americana, ni conocer realmente las propuestas, las capacidades y las ideas de los candidatos, pero sí me ha quedado esa imagen, probablemente simplista, del candidato brillante y carismático, Obama, frente al candidato gris, McCain.
Es las democracias occidentales las percepciones cuentan, cuentan mucho. La imagen es decisiva, y aquellos políticos con carisma suelen estar en mejores condiciones para ganar. Sin embargo, poco nos dice realmente la imagen de un candidato acerca de sus capacidades de gestión. Y lo que realmente necesitamos de los políticos es verdadera capacidad para gobernar, para administrar. En ese sentido, admiro y me dan confianza los administradores, los políticos grises que a pesar de esa cierta atonía personal, son capaces de alzarse hasta el liderazgo. Y les admiro y me dan tranquilidad porque pienso que si, a pesar de una pobre imagen, han sido capaces de aúparse a lo más alto, es porque realmente tienen un talento y una capacidad muy grandes.
En estos momentos de crisis, de crisis económica profunda, de una crisis que reclama una gran serenidad y capacidad de gestión, pero también una profunda crisis de fe y de confianza, es difícil saber cuál es la mejor receta, cuál es el mejor líder. ¿ Necesitamos a un administrador que guíe las riendas de la maltrecha economía o necesitamos a un carismático que genere fe e ilusión ?
Si nos guiamos por las apariencias, el pueblo norteamericano ha optado por la ilusión. Ha confiado en esa fresca imagen de renovación, de cambio y de fe que encarna Barack Obama y que tan bien expresa su afortunadísimo eslógan '
Yes, we can'.
Ojalá sea cierto, de verdad. Por Norteamérica, por España, por el mundo.
Pero no nos engañemos. Cuando se apaguen los gritos de júbilo, cuando cesen las felicitaciones, cuando finalicen los fastos de la victoria, la crisis económica seguirá ahí, el paro seguirá ahí, Irak seguirá ahí, el terrorismo seguirá ahí... Y entonces habrá llegado el momento de las respuestas, de la gestión, de la administración.
Y tal vez, entonces, el inspirador eslógan del candidato de la ilusión, su '
Yes, we can', deberá ser contestado, con la mejor de las esperanzas, por ese otro también afortunadísimo eslógan: '
Just do it'.
Mundo Azul